Vistas: 505 Autor: Cindy Pan Publicar Tiempo: 2018-04-14 Origen: Sitio
Cuando los niños juegan su interés es autodirigido. Están intrínsecamente motivados para resolver problemas que provienen del mundo físico o social y que son importantes para ellos.
Cuando juegan los niños, no están tan preocupados por objetivos o fines particulares como lo están con la variedad de formas en que se puede lograr un objetivo. En el juego, experimentan con posibilidades y se vuelven más flexibles en el pensamiento y la resolución de problemas.
Cuando los niños juegan, su comportamiento no es literal. Gran parte de lo que hacen representa otra cosa. Representan sus experiencias simbólicamente. Los investigadores piensan que su capacidad para concebir objetos y situaciones como si fueran otra cosa que contribuyan a contribuir a la habilidad posterior en el razonamiento hipotético y la comprensión de los símbolos abstractos y las transformaciones lógicas.
Cuando los niños juegan se liberan de reglas externas, de las restricciones impuestas por las regulaciones de adultos y de las realidades impuestas por el tiempo y el espacio. Paradójicamente, sin embargo, los niños generan reglas para sus situaciones de juego y establecen roles y tramas. El estudio cercano de tal juego revela que las negociaciones de los niños entre sí son complejas. Hacen enunciados más largos y usan vocabulario más variado que en otras situaciones.
Cuando los niños juegan con objetos, descubren lo que pueden hacer con ellos. Aumentar su propio repertorio de comportamientos de esta manera contrasta con la exploración de objetos en los que establecen qué propiedades tienen los objetos. Tanto el juego como la exploración, que involucra por un lado lo familiar y por el otro la novela, son esenciales para la comprensión de los niños del mundo y de sus propios poderes.
Finalmente, cuando juegan los niños, están activamente comprometidos. Su atención no se distrae fácilmente. Los niños que no pueden involucrarse en la señal de juego de que algo se ha ido muy mal en su desarrollo.
Los adultos que consideren seriamente estas características distintivas del juego infantil reconocerán que el juego es tan esencial para el desarrollo general del niño como alimentos y descanso adecuados. Entenderán por qué aquellos que escribieron la Convención de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas establecieron el derecho de jugar paralelo a derechos como protección especial, nutrición adecuada, vivienda, atención médica y educación.
Los niños se dan cuenta de su derecho a jugar cuando los adultos que los rodean aprecian y respetan su alegría y proporcionan un tiempo y espacio mucho para que jueguen. Los materiales y equipos también son importantes, aunque no necesitan ser elaborados. El papel crucial que los padres y. Los maestros han respondido y apoyando las ideas de juego de los niños, aunque no las abruman, se hace cada vez más evidente.
El juego, la forma del niño de aceptar la experiencia personal y el conocimiento del mundo físico y social, nunca es suficiente en sí mismo. Los adultos también deben proporcionar oportunidades en constante expansión para que los niños aprendan de sus propias acciones y observaciones, así como de que se les digan la naturaleza de las personas y de las cosas que los rodean. Pero es en el juego que los niños llegan a un acuerdo con esas realidades, las comprenden más y crean más efectivamente nuevas posibilidades para tratarlas.
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